Agua dulce, agua salada, hielo y vapor. Son múltiples las maneras en la que nos encontramos con esta sustancia. El agua nos rodea. El agua nos compone. Lágrimas, sangre y sudor. Vivimos en un planeta conformado en un 70% de agua. Océanos, ríos y lagos.
El agua nos da vida, nos limpia, nos nutre. El agua germina la semilla que da vida a un enorme y poderoso roble o a una diminuta y delicada margarita, germina las semillas de los frutos que se transforman en alimento para muchas especies que habitamos la Tierra. El agua calma nuestra sed en un caluroso día de verano. Las lluvias limpian el aire que respiramos y contribuyen con la alquimia de las plantas acelerando su crecimiento.
El agua nos limpia, nos nutre, nos da vida.
El agua está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno y es la única sustancia que puede encontrarse en los tres estados de la materia (líquido, sólido y gaseoso) de forma natural en la Tierra. Es curioso que su forma sólida, el hielo, es menos densa que la líquida, por eso el hielo flota. El agua no tiene color, ni olor ni sabor y es considerado un elemento, junto al aire, al fuego y a la tierra.
Tales de Mileto, filósofo griego (640 -546 AC), describió el agua como el único elemento verdadero, del cual se crean todos los demás cuerpos, considerándolo como la sustancia original del cosmos. Era la única sustancia verdadera, porque estaba imbuida de la cualidad del Ser.
La sustancia original del cosmos.
El agua es transformación, es un elemento dinámico. De esa transformación y adaptación nos hablaba Bruce Lee al plantear la analogía de ser como el agua. Fluir y transformarse.
Dijo: “Vacía tu mente, no tengas forma ni figura, como el agua. Si pones agua en una taza, se transforma en taza; si la pones en una botella, se transforma en botella; si la colocas en una tetera, se transforma en tetera. El agua puede fluir o puede estrellarse. Sé agua, mi amigo.” (Be water my friend.)
Esta característica transformadora del agua nos acompaña sobre todo en el aspecto espiritual y ceremonial de nuestras vidas. En muchas culturas el agua es una fuente de inspiración y parte esencial de la vida. Existen muchas ceremonias y ritos al rededor del mundo que incluyen al agua como símbolo de purificación y transformación. Podemos también encontrar gran número de cultos y de ritos acumulados en torno a fuentes, arroyos y ríos.
El agua es transformación.
En la India, por ejemplo, el agua es considerada sagrada y existe la creencia que se pueden lavar los pecados en un río o que sumergir las cenizas de los muertos en el río Ganges enviará las almas al cielo (se cree que este río es una encarnación de la diosa Gaga, diosa de la purificación). Muchos pueblos indígenas honran y respetan el agua como algo sagrado que mantiene la vida, en sus tradiciones aprenden a ser responsables con este gran regalo de la Madre Tierra.
Los budistas limpian las estatuas de Buda con agua perfumada, para traer longevidad, suerte, felicidad y prosperidad a la vida. En el bautismo el agua es el principal elemento y tiene una simbología trasformadora muy importante. Con la inmersión en agua bendita, el niño es recibido por su nueva fe, que lo baña y lo transforma. También existen los baños iniciáticos que simbolizan una transición para la persona que lo recibe.
El agua tiene memoria
Podemos usar el agua para limpiar nuestros cristales o para enfocar y dirigir nuestra atención e intención. Podemos hablarle al agua cada vez que tomemos una ducha o un baño en el mar. Podemos programar un vaso de agua para lograr un objetivo, sabiendo que luego al beberla nuestro cuerpo se impregnará de esa intención. El agua es capaz de registrar y guardar esa información en su memoria.
Para Masaru Emoto, un escritor, terapeuta e investigador japonés, el agua es el alma del universo, es conciencia líquida. Afirma que la estructura molecular del agua registra las vibraciones de sonidos, colores, formas, palabras, emociones y pensamientos.
Su trabajo consistió en analizar muestras de diferentes procedencias, congelarlas y fotografiar los cristales que se formaban en el proceso. Emoto publicó esas fotografías en un libro titulado Mensajes del agua. El agua expuesta a pensamientos y palabras amorosas, música clásica o fotografías de maravillosos atardeceres, dio como resultado cristales con formas armoniosas y bellas. En cambio las muestras de agua expuestas a música estridente, insultos o pensamientos de odio resultaron en cristales feos y carentes de armonía.
El agua es el alma del universo, es conciencia líquida.
Si la vibración de nuestras palabras o la música que escuchamos influyen sobre el agua, imaginemos como influye sobre nosotros que somos 70% agua, o como influye en los océanos, ríos o lagos el conjunto de pensamientos y palabras que emitimos todos los seres humanos que habitamos este planeta. Dediquemos un pensamiento a como nuestras palabras podrían afectar a otras personas cuando nos comunicamos con ellas.
https://www.youtube.com/watch?v=FvzTNhVb9Y4
Nuestro hogar, la Tierra, está conformado en un 70% de agua y un 97% de esa agua, es agua salada. Un agua que tiene múltiples beneficios para nuestra salud y alberga la vida de muchísimas especies.
El 3% restante es agua dulce, el agua que nos alimenta e hidrata, ese agua tan necesaria para la vida de plantas y animales. Es urgente traer a un plano consciente el valor que tiene el agua e ir sembrando semillas de alerta y consciencia para remediar el creciente mal uso, contaminación y desperdicio de tan valiosa sustancia. Manejar el agua de manera incorrecta e ignorante puede llevar a la transformación de su estructura matando todos los beneficios que tiene para la vida. El agua es un ser que tiene vida y muerte, y la vida en la Tierra dependen de ella. Somos agua.